¡¿ Dónde estará mi vestido ?! Llevo horas buscándolo y no lo encuentro por ningún sitio. Es el que he elegido para esta noche ¡ y no sé ni donde está ! He revuelto todo el armario, bueno, decir el armario es poco, la habitación está hecha un desorden y no hay ni rastro de él.
- ¡ Mamaaaaaaaaaaaaaá ! ¿ Y el vestido para la fiesta ? ¿ Lo has metido tú en algún sitio ?
- Te he dicho mil veces que no grites tanto.
- Bueno perdona, pero es que me estoy poniendo nerviosa. Dime, ¿ lo has visto tú por ahí ?
- ¿ Cuál ? ¿ El negro y plateado ?
- ¡ Sí ! ¡ Ese mismo !
- Pues hija, lo llevé a la tintorería hace unos 3 días o así.
- ¡¿ Qué ?!
- Lo que has oído Lucía.
- ¡ Joder mamá ! Que es para esta noche... ¿ Ahora que hago yo ?
-Tranquilízate. No sé si estará ya limpio, si quieres puedes ir a ver...
Y sin dejarla terminar la frase cogió las llaves de casa y se marchó corriendo. ¡ No puedo creerlo ! ¿ Y si no estaba listo ? ¿ De dónde iba a sacar un vestido como ese ahora ? Corría lo más rápido posible por la calle, todos los que pasaban se la quedaban mirando, incluso unos chicos que estaban en el parque le dijeron algún que otro piropo malsonante. A ella le daba igual, pasaba de lo que dijesen.
Al fin llegó a la dicha tintorería, abrió la puerta y se encontró con un chico joven, que tendría más o menos la edad de ella. Tenía unos ojos azules preciosos, era muy guapo.
- Depende para quién. Para una chica tan guapa como tú seguro que sí.
Vaya, encima me había tocado ligón. ¡ No tengo tiempo para coqueteos !
- Sí, para mí. Míralo por favor, que tengo mucha prisa.
- ¿ Prisa ? ¿ y adónde vas ?
- A una fiesta.
- ¿ Puedo acompañarte ?
- No gracias. Tengo suficiente compañía. ¿ Quieres mirarlo de una vez ?
- Bueno, si me lo pides así...
Le vi meterse en una habitación con unas cuántas lavadoras, a su lado, estaba una chica planchando con una máquina especial un vestido... espera... ese vestido... ¡ ese es el mío !
- Perdona, creo que el que busco es aquél que está planchando ella.
- Pues lo siento mucho, pero no puedes llevártelo, aún le queda para rato.
- Pero, ¡ yo lo necesito para esta noche !
- Ya lo has oído. A no ser que me des un beso... a lo mejor acelera el planchado...
Buf, este chaval me pone de los nervios. Necesito el vestido pero... ¡ No pienso darle un beso a éste !
- ¿ Puede o no estar listo ?
- ¿ Tú estás sorda ? Lo sabes perfectamente, si me das el beso te lo llevas.
- Eres estúpido. ¿ Haces ésto a todas las clientas o qué ? Desesperado.
- Jajajaja, sólo con las que creo que tengo oportunidad...
- ¡ Anda, déjate de idioteces ! ¡ Dámelo !
- Mira que eres cabezota eh. Ya te he dicho que no.
Y sin pensarlo demasiado, salté el mostrador y fui corriendo hacia la habitación de las lavadoras. Lo malo fue que me salió mal la jugada, el chico me atrapó. Me rodeó con los brazos y me atrajo hacia él. No podía moverme.
- ¿ Dónde crees que vas preciosa ?
- ¡ A por lo que es mío !
- Vaya, pues es una lástima que no lo puedas tener.
Me cogió por las piernas, y como si fuese un saco, me puso encima de su hombro. Yo empecé a forcejar, movía las piernas intentando darle pero no lo conseguía. ¿ Y la chica de la plancha ? ¿ No veía lo que pasaba ?
- Me temo que te vas a tener que ir sin él.
- ¡ Suéltame gilipollas !
- Creo que eso no va a ser posible.
Abrió la puerta de la lavandería y salió conmigo en volandas, yo seguía moviéndome todo lo posible, pero él era demasiado fuerte. Hasta que al fin me bajó.
- No has querido besarme, pues te quedas sin él. Ese era el trato.
Lo que más me molestaba de todo, es que él se lo tomaba a broma, no sabía lo importante que era para mí aquel vestido. ¡ Y esa estúpida sonrisa ! Le hacía aún más guapo... ¡ pero qué digo ! ¡ Lucía no te engañes, ese tipo es un sinvergüenza !
- Que sepas que no volveré nunca aquí. Ya puedes decirle a tu jefe que has perdido una buena clienta.
- ¿ Por qué no se lo dices tú misma ? Lo tienes delante tuya.
- Ja, ja, ja... ¡ y voy yo y me lo creo !
- Haz lo que quieras.
- Maldito idiota. ¡ Ahora tendré que buscar otro vestido !
- Te lo has buscado tú solita.
Me giré deprisa y me fui lo más rápido posible. No tenía mucho tiempo, tendría que pedirle a mi hermano Héctor que me llevase en coche a casa de Lore, si no, no iba a llegar.
- ¿ Nos volveremos a ver algún día preciosa ?
- ¡ En tu vida ! Y lo acompañé alzando el dedo corazón de mi mano derecha.
- ¡ Yo también te quiero !
¡ Arrgh ! Será imbécil. ¡ Por su culpa me había quedado sin vestido ! Corrí todo lo rápido que mis piernas me lo permitían, para llegar a casa pronto. Cuando por fin estaba en el portal, abrí la puerta y subí las escaleras corriendo.
Mi madre, al verme con las manos vacías, soltó un suspiro de resignación y me dijo.
- No está listo.
- ¡ Puf ! ¡ Que va !
- ¿ Y qué vas a hacer ?
- Pues ir con Lorena, para que me deje ella un vestido de fiesta.
- Lucía, dile a tu hermano que te lleve, que no te va a dar tiempo.
- Eso es lo que tenía pensado mamá, otra cosa es que me quiera llevar.
Fui hacia su cuarto y llamé a la puerta. Como no me abría volví a llamar, pero esta vez con más fuerza. Y nada, seguía sin abrir. Esta vez grité.
- ¡ Héeeeeeeeeeeeeeeeeeector ! ¡ Ábreme !
Se oyó un " Que pesada eres joder " y me abrió por fin.
- ¿ Qué quieres enana ?
- Necesito que me lleves a casa de Lorena, urgentemente.
- Pues ya sabes donde está la parada de autobús.
- No Héctor, por favor, no voy a llegar a tiempo.
- Que me da igual donde quieras ir. No me apetece coger el coche ahora.
- Hermano... ¡ Te lo pido, te lo ruego ! ¿ Qué quieres que me ponga de rodillas ?
- No estaría mal.
- ¡ Vamos hombre ! ¡ Si te encanta conducir el Mini !
- Jajajaja, ¿ y esa es una buena escusa para que te lleve ?
- ¿ Sí ?
- Anda, porque hoy estoy de buena gana. Vámonos.
- ¡ Gracias hermanito !
Me colgué de su cuello y le dí un gran beso en la mejilla como agradecimiento. El apartó la cara enseguida, pero seguro que echaba de menos los besos de su hermana pequeña.
- Ya no somos dos enanos, no tienes porque hacer eso.
- Pero aunque seamos más mayores, siempre serás mi hermano. Y sé que aunque lo niegues me sigues queriendo mucho.
- Bueno, tampoco te emociones.
Nos despedimos de mamá y salimos de casa. Fui llamando al ascensor mientras Héctor cerraba la puerta.
Bajamos al garaje y abrió el Mini rojo con el mando a distancia. A mí no me gustaba mucho, pero era el que él había elegido... Montamos los dos y salimos rumbo Callao.
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- ¡ Siguiente !
- Hola, yo quiero un McMenú, con patatas fritas, Coca-cola y McRoyal Deluxe.
- ¿ Para comer aquí o para llevar ?
- Para aquí por favor.
- Vale, son 5,60 euros.
Su turno iba a terminar dentro de 10 min, se iría a casa y se ducharía para llegar a tiempo a la fiesta. Aunque estaba agotada, no lo podía negar, pero tenía que aprender a compaginar el trabajo, el estudio y las salidas. Además Lorena, no había dicho a ninguna de sus amigas que trabajaba allí, la daba vergüenza confesar a la demás que en su casa, no iban muy bien económicamente, y ella tenía que ponerse a trabajar.
- El siguiente, por favor.
- Para mí un helado de 1 euro, de esos que tenéis.
- Pues ya sabe usted lo que me debe.
- Jajaja, vaya, deberíais poner un nombre a este postre. Así queda muy estúpido.
Miré a aquel chico que me había dicho aquel comentario. Tenía el pelo cortado a lo tazón, como lo llevaba antes Justin Bieber. No era muy resultón, pero parecía majo.
- Ponlo en el buzón de sugerencias, si tanto sufres con su nombre.
- Lo tendré en cuenta no lo dudes... Lorena.
Un momento, ¿ me había llamado Lorena ? Vaya, ahora resulta que este chico sabe mi nombre.
- ¿ Te conozco de algo ?
- No, si preguntas por lo del nombre, lo he visto en la tarjetita que llevas en la camisa, esa que tienen todos los de aquí. Pero al parecer, se os olvida que la lleváis.
Claro, la tarjeta. ¡ Qué estúpida había sido !
- Bueno, aquí tienes tu helado.
- Gracias morena.
El chico se fue con él a sentarse en unos sillones del sitio. Vaya un personaje...
Sonó la alarma de su reloj indicando que su horario había terminado, se quitó la gorra con el logo de Mc Donald´s y la dejó con las demás.
Se despidió de sus compañeros de trabajo y salió de allí, deseando llegar lo más pronto posible a casa.
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- ¿ Y el lápiz de ojos ?
- Y yo que sé.
- ¡ Pero si estaba ahí hace un momento !
- Lo habrá cogido la " Pitufa "
- ¡ Pitufaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa !
- ¡¿ Qué ?!
- ¿ Dónde has dejado el lápiz para hacerme la raya ?
- Espera, ahora te lo dejo, que estoy yo usándolo.
- Pues date prisa nena.
Había un gran alboroto en la casa de Vanessa, las 3 estaban arreglándose para esta noche juntas, y allí lo único que se escuchaba eran risas alborotadas y gritos de alegría.
<< Toc, toc >>
- ¡ Pasa mamá !
- No soy mamá tonta, soy Nico.
- Entra pequeñajo.
El hermano pequeño abrió la puerta con cautela, no sabía lo que se iba a encontrar ahí dentro, ¡ Lo único que se oía era ruido ! y eso le ponía nervioso.
- Ha dicho mamá que bajéis el volumen. Que habláis muy alto.
- Eso no es nada nuevo.
- Pues eso, que cerréis la boca, brujas.
Rocío, Vanessa y Blanca se miraron por un instante y se echaron a reír. ¡ Vaya con el enano ! se merecía un escarmiento por llamarlas así. Se acercaron a él poco a poco, intentando contener la risa al ver la cara asustada del pequeño.
- Qué... qué... ¿ qué me vais a hacer ?
- Algo, para que dejes de llamarnos " brujas " como tú dices.
Se abalanzaron encima de él y empezaron a hacerle cosquillas, ellas, que conocían ya al pequeño, sabían que lo que más le molestaba era eso.
- Jajajajaja, ¡ ay ! parad, parad, par... Jajajaja.
- Te lo mereces.
- Dí que nunca volverás a llamarnos así.
- Jajajajaja, ¡ Vale, vale !
- Dilo.
- Nunca volveré a llamaros bru... Jajajaja.
- ¿ Bru qué ?
- ¡ Brujas, brujas !
- Vale, dejadle chicas.
Liberaron a Nicolás que enseguida se fue corriendo de allí, aún sofocado por el mal rato que le habían hecho pasar las jóvenes.
- ¡ Me las pagaréis !
- Aquí te esperaremos, Petit Nicolas.
Y así cerró la puerta de un golpe. Las chicas que también estaban sofocadas de tanto forcejear con él decidieron darse prisa, porque ya eran las 21:00 y habían quedado todas a las 22:00 en la puerta de la discoteca de Gran Vía.