miércoles, 11 de abril de 2012

~Capítulo 3~La buena noticia.

Cerré la puerta de casa y dejé las llaves encima de la mesa.
Tiré la mochila encima de la cama y fui directa a la cocina, aquella tarde tenía bastante hambre.
Encima de la mesa había una nota :
<< Hija, tienes las lentejas y el filete en el frigorífico. Volveremos más tarde que otros días. Te quiero. Mamá. >>
Bien, tenía la casa para mí sola. Lo primero es lo primero, saqué la comida y la puse a calentar. 2 minutos serían suficientes.
Mientras me senté en el sofá, estaba muy agotada, no había tenido tiempo de descansar.
Por la mañana iba al instituto y por la tarde y noche estudiaba sin parar. Y es que era la época de los exámenes finales y había que prepararse bien para selectividad.
Sonó el << ¡ Tin ! >> del microondas.
Me levanté y comí todo. Cuando tienes hambre todo te sabe más rico. Puse los platos en el lavavajillas y volví otra vez a mi sitio del sofá. Una cabezadita me iba a venir de perlas. Cerré los ojos y...
¡ Riiiing, Riiiing, Riiiing !
Maldita sea, fuera quien fuese el que llamaba era el más inoportuno del mundo. Pero pensé entonces, ¡ Rodrigo ! Claro, seguro que era él. No habíamos podido hablar porque yo necesitaba estar concentrada.Corrí como una loca a coger el teléfono.
- ¿ Diga ?
- ¿ Como va mi princesa ? ¿ Tiene un ratito para ver a su príncipe ?
- ¡ Amor ! Buuuf, no veas lo cansada que estoy. Pero para ti siempre tengo tiempo.
- Hombre, si necesitas descansar, te dejo cielo. Que no quiero que tengas mala cara cuando nos veamos.
- No no y no. Yo quiero verte Rodrigo. 4 días sin ti... te echo de menos.
- Bueno, yo voy acabo la ruta de las 5 y quedamos ¿ vale ?


Y es que Rodrigo, trabajaba como guía turístico de Madrid. Una profesión que a mi me parecía muy entretenida. A sus 20 años conocía todas las historias para impresionar a los turistas por las calles de la capital.

- De acuerdo, esperaré impaciente. Te quiero.
- Yo te quiero más, princesa.

Cuelgan a la vez. ¿ Cuánto quedaría para las seis ?... Aún mucho, eran las tres.

Sí, Rodrigo era estupendo, lo que más me gustaba de él era su carácter. Siempre amable, simpático, graciosillo. Pocas veces perdía la calma. En cuanto a físico destacaba su considerable altura de 1,85, su precioso pelo rubio, aunque con los años se le había oscurecido, sus hipnotizantes ojos castaños, y sus abdominales perfectos.
Aún recuerdo cuando nos cruzamos por primera vez.

Le conocí en el Santa Clara, cuando él tenía 18 y yo era una pipiola de 16. Los libros se me cayeron, y él hecho todo un caballero, me los recogió. Sí, como en las películas.
A partir de ese momento me enamoré de él. Amor a primera vista.
Vivimos muchas experiencias juntos, divirtiéndonos, pero nunca nos confesamos el amor que sentíamos el uno por el otro.

Hasta que llegó el día, él se iba del instituto para trabajar, y yo me quedaba a cursar el penúltimo curso del instituto, 1º de Bachillerato. Fue entonces cuando me dijo que yo le gustaba mucho. 1 de Septiembre de 2011. Nuestra fecha clave.
Y así, sin darnos cuenta, ya llevábamos casi 2 años juntos. 

Quería seguir pensando en él, pero los párpados se me caían, tenía una siesta pendiente, a si que enamorada hasta la trancas, caí en un profundo sueño.

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¿ Sería esto verdad ? ¿ Realmente aquella oportunidad era para mí ? Era increíble. Hacer de fotógrafo para el periódico New York Times durante 2 meses.Cuando Antonio me lo dijo casi me desmayo.

- Necesitan a alguien joven, de entre 20 y 30 años. Y me han pedido que recomendase a alguien. A si que he pensado en ti Raúl, serías perfecto.
- ¿ Y por qué a mí ?
- ¿ Cómo ? ¿ No quieres ir ?
- ¡ Estoy deseándolo ! Pero, me gustaría saber, porque me has dicho a mí. Que me ves de especial.
- Jajaja, o sea que te referías a eso. Pues bien, yo creo que eres muy trabajador, responsable y además haces unas fotografías impresionantes. Te mereces esta oportunidad.
- Estoy tremendamente agradecido contigo Antonio, te lo debo todo. Tú fuiste el que me enseñó los primeros pasos en la fotografía hasta la actualidad y aunque ya no me des clases tus consejos son muy valiosos para mí.
- Raúl eres un alumno excelente. Pero recuerda, son sólo 2 meses los que te necesitan. Saldrás el Viernes que viene, ya tengo los billetes de avión preparados.
- ¿ Y si no llego a aceptar ? ¿ Qué hacías con los billetes ?
- Los saqué antes porque daba por sentado que no dejarías escapar una oportunidad como esta.
- Como me conoces.


Y después de explicarme como sería mi viaje detalladamente, recogimos las tazas de café y las galletas. Cogí la chaqueta y el móvil, y me acompañó hasta la puerta.

- Muchísima suerte Raúl, ya me llamarás cuando estés allí, para ver que te dicen.
- Gracias Antonio, de verdad, te debo una bien grande.

Y nos dimos un fuerte apretón de manos como despedida.

Opté por bajar las escaleras, así haría un poco de ejercicio. Realmente estaba muy emocionado, fotógrafo de periódico, además no de uno cualquiera, ¡Del New York Times! era todo un acontecimiento.

Aunque, debería repasar mi inglés, ya que lo tengo un poco olvidado.
Pero eso era lo de menos.
Nueva York, Nueva York, Nueva York.

¡Qué ganas! me pregunto que me mandarán de trabajo. Tal vez fotografiar algún apretón de manos de políticos, con sus sonrisas falsas, tal vez hacer un reportaje de una pasarela de moda...muchas posibilidades.

Salí del edificio y esperé en la acera, para parar a algún taxi que viese. Tenía ganas de saltar, gritar, reír... pero no quería montar el espectáculo en la calle, a si que me conformé con aquella sonrisa de lado a lado que se había dibujado en mi cara. 

Fue entonces cuando recordé lo que me había encontrado en el bolsillo aquella mañana.
Quien mejor que María para contarle mi gran noticia.
A si que saqué el móvil y marqué su número.

Primer bip.
Segundo bip.
Tercer bip.
Y al fin responde.

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