- Y así transcurrió todo...realmente Rodrigo es un chico encantador...cada día me gusta más.
- Que suerte que tienes Luci, todas queremos un Rodrigo para nosotras. - Contestó sonriente Blanca.
- ¡Bah! A mi me gustan más movidos, más fiesteros, más enrollados. - Respondió Vanessa.
- Pues a mi me parece que Rodrigo es un chico único. - Exclamó sonriente Lorena.
- ¡Ehehehehe! Que es mío y sólo mío, no os hagáis ilusiones. - Bromeé.
- ¿ Y tú Rocío ? ¿ Qué piensas del chico ?
- Si bueno... es majo, simpático...
- ¿ Majo y simpático ? Venga... que estamos en confianza.
- Pues eso es lo que pienso.
- Alguna cosa más se te pasará por la cabeza de él.
- ¡He dicho que no! Estás hoy muy pesada.
- Vale, ya veo que no nos quieres contar. Dejémoslo. - Cortó tajante Vanessa.
Veinte minutos antes.
Al acabar la clase de Naturales, vi como mis amigas se abalanzaron sobre mí, y me empezaron a hacer un interrogatorio. Como si fuese la acusada y ellas las policías.
- ¿ Dónde estuvisteis ?
- ¿ Que hicisteis ?
- ¿ Te invitó a tomar algo ?
- ¿ Os lo pasásteis bien ?
- ¿ Hasta que hora os quedásteis ?
Yo me intenté calmar, e ir respondiendo a todas sus preguntas, pero me parecía imposible. Definitivamente mis amigas estaban muy alteradas con este tema.
- ¡Relajaros ya! A ver, os voy a hacer un resumen:
Me fue a recoger a casa, como siempre puntual, y antes de que pudiera hacer nada me cogió en brazos y me susurró al oído que íbamos a ir a un lugar muy especial.
Yo le empecé a preguntar, pero se negó a responderme.
Después de un tiempo andando, llegamos al Retiro y me llevó por un camino por el que nunca había ido.
Me sentó en la hierba, estaba algo mojada y me preguntó por la hora, las ocho respondí.
La curiosidad me estaba matando, ¿ qué pretendía ?
Sacó mi iPod del bolso, se puso el casco izquierdo y a mí me entregó el derecho y empezó a sonar Paradise de Coldplay.
When she was just a girl,
She expected the world,
But it flew away from her reach,
So she ran away in her sleep.
Y entonces lo ví, miré hacia el horizonte, una preciosa puesta de sol. Increíble, sabía la hora exacta en la que se podía ver aquello y me había traído para que disfrutásemos de aquello juntos.
- Cariño, esto es... Precioso.
- Lo sé, por eso te he traído aquí, porque sé que te encantan las puestas de sol.
- No sé que decirte... no tengo palabras.
- No hace falta que digas nada.
Y nos fundimos en un apasionado beso, que hizo que recordase aquella tarde, para el resto
de mi vida.
- Cursi.
- Detallista.
- Empalagoso.
- Encantador.
- Perfecto.
Y con los nervios a flor de piel y más feliz que nunca, cogí el taxi que me llevaría hasta Antonio. Sí, definitivamente estaba enamorado.
- Lo sé, por eso te he traído aquí, porque sé que te encantan las puestas de sol.
- No sé que decirte... no tengo palabras.
- No hace falta que digas nada.
Y nos fundimos en un apasionado beso, que hizo que recordase aquella tarde, para el resto
de mi vida.
- Cursi.
- Detallista.
- Empalagoso.
- Encantador.
- Perfecto.
Mis amigas no paraban de comentar, tenían diferentes opiniones, me dí cuenta entonces...de lo distintas que eran... pero aún así formábamos un buen equipo.
Lorena tenía el pelo castaño, llevaba unas mechas rubias muy llamativas, era de estatura media, y tenía los ojos marrones. Era lanzada, decidida, y no se cortaba en decir las cosas.
Luego estaba Rocío, era todo lo contrario a Lorena, pelo negro azabache, ojos pequeños, más bien bajita... Era súper tímida, casi no participaba en nuestras conversaciones, pero era un pilar importante en nuestra amistad.
A continuación teníamos a Vanessa : Era una neoyorquina que se vino a Madrid a los 6 años,y claro, ahora hablaba a la perfección el inglés y el español. Bajita, encantadora, simpática, y buena amiga. Era una experta en tocar el piano.
Y por último estaba Blanca. Era una chica muy habladora, divertida, alegre, siempre estaba haciendo bromas. Era una alocada, y se atrevía con todo. Hasta una vez se tiñó el pelo de azul, por eso ahora tenía el mote de " Pitufa ". Alta, morena y una perfecta dibujante.
<< Ding, Dong, Dang >>
El timbre nos anunció que el recreo había terminado. Nos levantamos del banco y volvimos a entrar al instituto. Nos esperaba una larga clase de Sociales.
--------------
Y los días pasaron volando. Tres días después.
No. No. No. No. ¡Bah! Ningún programa merecía la pena aquella mañana. Apagué la televisión y fui a prepararme el desayuno. Aquella mañana tomaría dos tostadas y un buen tazón de café.
De fondo sonaba " Depende de ti " del Sueño de Morfeo.
No quería perder más tiempo a si que cuando acabé de desayunar me fui a vestir. Me lavé los dientes y fui a mi habitación.
En la mesa estaba mi cámara, al verla me vino la imagen de María a la cabeza. Tenía ganas
de volver a verla. Pero no sabía ni su dirección ni su número de teléfono.
Aquella tarde que estuve con ella me sentí libre, con confianza, alegre. Y eso que nos conocíamos desde hacía apenas unas horas. Aun así, parecía que éramos amigos de toda la vida. Y eso, no me pasaba con muchas personas, concretando, nunca lo había sentido con nadie. Cada vez que la recordaba no podía evitar sonreír como un tonto.
Surgió entonces mi pregunta : ¿ Sería ella mi alma gemela ? ¿ Me estaría enamorando ?
<< Bip, bip >>
Aquel mensaje me devolvió a la realidad. Fui hasta el sofá y cogí el iPhone. Era un mensaje de Antonio, mi antiguo profesor de fotografía. Quería que fuese a su estudio cuanto antes porque tenía una gran noticia para mí.
Le respondí que enseguida iría para allá. Eché una última ojeada a mi piso, para ver que todo estuviese Ok. Me puse la chaqueta y salí a ver que aventura me tenía preparada.
Hacía un día buenísimo, unos 27º grados por lo menos. Demasiado para mí por lo que me tuve que quitar la chaqueta. Cuando me la colgué del brazo, para mi sorpresa, calló del bolsillo un pequeño papel. Lo cogí y me volvió a salir esa sonrisa tonta. María me había metido su número sin que yo me enterase. Aquella chica era increíble.
Lorena tenía el pelo castaño, llevaba unas mechas rubias muy llamativas, era de estatura media, y tenía los ojos marrones. Era lanzada, decidida, y no se cortaba en decir las cosas.
Luego estaba Rocío, era todo lo contrario a Lorena, pelo negro azabache, ojos pequeños, más bien bajita... Era súper tímida, casi no participaba en nuestras conversaciones, pero era un pilar importante en nuestra amistad.
A continuación teníamos a Vanessa : Era una neoyorquina que se vino a Madrid a los 6 años,y claro, ahora hablaba a la perfección el inglés y el español. Bajita, encantadora, simpática, y buena amiga. Era una experta en tocar el piano.
Y por último estaba Blanca. Era una chica muy habladora, divertida, alegre, siempre estaba haciendo bromas. Era una alocada, y se atrevía con todo. Hasta una vez se tiñó el pelo de azul, por eso ahora tenía el mote de " Pitufa ". Alta, morena y una perfecta dibujante.
<< Ding, Dong, Dang >>
El timbre nos anunció que el recreo había terminado. Nos levantamos del banco y volvimos a entrar al instituto. Nos esperaba una larga clase de Sociales.
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Y los días pasaron volando. Tres días después.
No. No. No. No. ¡Bah! Ningún programa merecía la pena aquella mañana. Apagué la televisión y fui a prepararme el desayuno. Aquella mañana tomaría dos tostadas y un buen tazón de café.
De fondo sonaba " Depende de ti " del Sueño de Morfeo.
No quería perder más tiempo a si que cuando acabé de desayunar me fui a vestir. Me lavé los dientes y fui a mi habitación.
En la mesa estaba mi cámara, al verla me vino la imagen de María a la cabeza. Tenía ganas
de volver a verla. Pero no sabía ni su dirección ni su número de teléfono.
Aquella tarde que estuve con ella me sentí libre, con confianza, alegre. Y eso que nos conocíamos desde hacía apenas unas horas. Aun así, parecía que éramos amigos de toda la vida. Y eso, no me pasaba con muchas personas, concretando, nunca lo había sentido con nadie. Cada vez que la recordaba no podía evitar sonreír como un tonto.
Surgió entonces mi pregunta : ¿ Sería ella mi alma gemela ? ¿ Me estaría enamorando ?
<< Bip, bip >>
Aquel mensaje me devolvió a la realidad. Fui hasta el sofá y cogí el iPhone. Era un mensaje de Antonio, mi antiguo profesor de fotografía. Quería que fuese a su estudio cuanto antes porque tenía una gran noticia para mí.
Le respondí que enseguida iría para allá. Eché una última ojeada a mi piso, para ver que todo estuviese Ok. Me puse la chaqueta y salí a ver que aventura me tenía preparada.
Hacía un día buenísimo, unos 27º grados por lo menos. Demasiado para mí por lo que me tuve que quitar la chaqueta. Cuando me la colgué del brazo, para mi sorpresa, calló del bolsillo un pequeño papel. Lo cogí y me volvió a salir esa sonrisa tonta. María me había metido su número sin que yo me enterase. Aquella chica era increíble.
Y con los nervios a flor de piel y más feliz que nunca, cogí el taxi que me llevaría hasta Antonio. Sí, definitivamente estaba enamorado.
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