martes, 17 de abril de 2012

~Capítulo 4~ Hormonas revolucionadas.

Puerta del Sol, 18:00 de la tarde.
Me estaba sabiendo a gloria. Menos mal que tenía la servilleta que nos habían dado, porque se estaba derritiendo por todos lados. Que buena combinación el chocolate con la Stracciatella. Y más aún con el calor que hacía. 
Habíamos comprado 2 helados en Palazzo la heladería tan famosa de la Puerta del Sol, que además era nuestra favorita. Y los estábamos disfrutando como dos niños pequeños.
Rodrigo y yo compartíamos nuestra pasión por los helados. Nos gustaban de todo tipo y siempre que podíamos probábamos los sabores más raros.
Era una de las pocas cosas en las que coincidíamos, porque solíamos tener gustos diferentes.

- ¿ Qué tal hoy en el trabajo ?
- Bueno, me han tocado unos cuántos guiris por la mañana. Y luego por la tarde estaba casi vacío, por eso me he escapado un rato antes. ¿ Y los exámenes como van ?
- Pues me toca a 2 por día, y estamos todos muy estresados, los profes creen que somos máquinas de estudiar ¿ sabes ?
- Sin agobios, que yo también he pasado por eso y he sobrevivido. Pequeña.
- Bueno, bueno. Que sólo nos llevamos 2 años, y tú me llamas pequeña.
- Suficientes para que se note.
- Que bobo eres, pues que sepas que somos igual de maduros.
- Sí, sí, lo que tú digas. 

Y la da un cariñoso beso con sabor a chocolate. Esos momentos eran los que me encantaban. Él y yo. Nuestras tonterías juntos, nuestros piques. No sería nada sin ellos.

- Oye, y qué es de tus amigas. Eran Blanca, Rocío, Vanessa y Lorena ¿ verdad ?
- Como te acuerdas de bien ¿ no ?, pues hace tiempo que no nos divertimos de verdad. Vamos a las casas de cada una para estudiar, pero salir, lo que se dice ir de fiesta no. Estamos todas igual.
- Ya verás que esto es sólo una temporada, luego cuando acabéis estaréis libres y tendréis tiempo para todo.
- Eso espero, porque estoy realmente aburrida con tanto examen.
- Cambiando de tema, ¿ quieres que vayamos al Corte Inglés para ver que hay ?
- Venga, vámonos. Ayúdame a levantarme.
Me cogió de las dos manos, y de un pequeño tirón ya estaba de pie.
Subimos por la calle Preciados, avanzando con dificultad, porque aquel Viernes aquello estaba colapsado. 
Entramos al centro comercial y fuimos directos a la sección de cámaras e instrumentos musicales, porque al igual que Vanessa, Rodrigo sentía una gran pasión por la música, pero él tocaba la guitarra.
En cambio yo tenía una gran atracción hacia la fotografía, curiosamente, no sabía el por qué, pero desde siempre me había gustado. Aunque no la practicaba ni mucho menos. Primero porque no tenía tanto dinero para una buena réflex, y segundo porque en estos momentos ni tenía tiempo para nada, a si que la cámara debía esperar.


- ¡ Lucía, ven corriendo !
- ¿ Qué pasa cariño ?
- Corre, corre, tenemos que bajar. Tu escritor preferido de libros. ¡ Hoy firma aquí !
- ¿ Cómo ? ¿ Qué dices ? ¿ Enserio ?
- Déjate de preguntas cielo. Vamos por las escaleras.


Increíble, justo hoy le tocaba firmar, que suerte la mía. Pero, no había traído el libro ni nada. Independientemente yo quería conocerle, a si que bajamos corriendo con la ilusión de poder ver de cerca a mi querido Francisco de Paula.


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Mientras, en un taxi de la ciudad.
- ¿ Ves ? Te dije que tenías mucho potencial.
- Ya, pero ni yo mismo me lo imaginaba.
- Bueno, parece que la suerte está de tu parte, aunque claro si no fuese por el talento no harías nada.
- María, me sacas los colores. Por cierto, ¿ qué tal te fue con lo de las modelos ?
- Jo Raúl, gracias a tus fotografías me cogieron. Dijeron que salía muy favorecida, y podría llegar muy alto, a si que me dieron la bienvenida al mundo de la moda.
- ¡ Me alegro tantísimo ! Aunque claro, el cuerpo lo tienes tú, la fotografía es lo de menos.
- Vaya con Raúl, ahora hasta me dice piropos y todo.
- ¿ Ya tenemos confianza no ? Jajaja.
- Por supuesto. Oye, ¿ cuándo te vas a Nueva York ?
- Dentro de una semana o así, ¿ por qué lo dices ?
- Podríamos... vernos... antes de que te fueses...
- Sería perfecto, yo tengo muchas ganas de quedar contigo.
- Bien, te llamo yo para decirte el día, para ver si te viene bien.
- Vale María, venga te tengo que dejar. Un beso enorme.
- Adiós Raúl, otro grandote para ti.

Pulsé el botón rojo y me quedé embobado mirando la pantalla. ¿ Le gustaría yo también a María ?, yo no soy muy bueno para esto de las indirectas ni para notar si le gusto a alguien. Tenía una oportunidad con ella, pero... espera... ¡ Nunca la había preguntado si tenía novio ! Mierda, gran error por mi parte.

Surgió entonces en mi mente la posibilidad de que ella estuviese en una relación, no sería de extrañar, tenía una gran personalidad y era guapísima.
Me había desilusionado un poco, ¿ y si estaba enamorada de otro ?, tenía que habérselo preguntado antes, antes de enamorarme de ella. Ahora ya era tarde.
No todo estaba perdido, tenía que confiar en mí mismo y conquistarla. Sí, eso era lo que iba a hacer.
El que la sigue la consigue.
Aunque parezca mentira yo también tengo mi lado seductor, pero pocas veces salía a relucir. Y esa era una de las veces en las que lo necesitaba.

- Ya hemos llegado. Son 12 euros, porfavor.

Que corto se me había hecho el trayecto, pero al fin había llegado a donde quería. La casa de mis padres, tenía que contarles que me iba muy bien siendo fotógrafo y además quería saber su opinión acerca de lo del New York Times. Hacía unos meses que no nos veíamos, y yo les echaba de menos.
Me ayudaron mucho cuando elegí independizarme a los 20 años, fue difícil, porque yo quería seguir viviendo en el centro y el alquiler de piso estaba muy caro. Aun así buscamos y buscamos, hasta que lo encontramos de unos 90 metros cuadrados, en Gran Vía, con un precio de alquiler bastante bueno, perfecto para mí.

- Aquí tiene. Hasta luego, buenos días.

Me bajé del taxi y fui subiendo la calle, me paré en el portal de mis padres y llamé al timbre. Seguro que como siempre tomaríamos el té preferido de mi madre, acompañado de aquellas galletas de mantequilla caseras, las que a mí me volvían loco de pequeño.

- Ábreme mamá, soy yo Raúl.
- ¡ Hijo ! Te estábamos esperando, sube.

Sonó el zumbido característico de cuando abren la puerta. Empujé hacia adentro y entré. Me esperaba una tarde de preguntas y aburridas conversaciones. Bueno, tendría que soportarlo, al fin y al cabo eran mis padres, vivíamos en el mismo Madrid y nos veíamos de mes en mes. Además, nada sería distinto, todo estaría igual que siempre.

O al menos eso era lo que yo pensaba.

miércoles, 11 de abril de 2012

~Capítulo 3~La buena noticia.

Cerré la puerta de casa y dejé las llaves encima de la mesa.
Tiré la mochila encima de la cama y fui directa a la cocina, aquella tarde tenía bastante hambre.
Encima de la mesa había una nota :
<< Hija, tienes las lentejas y el filete en el frigorífico. Volveremos más tarde que otros días. Te quiero. Mamá. >>
Bien, tenía la casa para mí sola. Lo primero es lo primero, saqué la comida y la puse a calentar. 2 minutos serían suficientes.
Mientras me senté en el sofá, estaba muy agotada, no había tenido tiempo de descansar.
Por la mañana iba al instituto y por la tarde y noche estudiaba sin parar. Y es que era la época de los exámenes finales y había que prepararse bien para selectividad.
Sonó el << ¡ Tin ! >> del microondas.
Me levanté y comí todo. Cuando tienes hambre todo te sabe más rico. Puse los platos en el lavavajillas y volví otra vez a mi sitio del sofá. Una cabezadita me iba a venir de perlas. Cerré los ojos y...
¡ Riiiing, Riiiing, Riiiing !
Maldita sea, fuera quien fuese el que llamaba era el más inoportuno del mundo. Pero pensé entonces, ¡ Rodrigo ! Claro, seguro que era él. No habíamos podido hablar porque yo necesitaba estar concentrada.Corrí como una loca a coger el teléfono.
- ¿ Diga ?
- ¿ Como va mi princesa ? ¿ Tiene un ratito para ver a su príncipe ?
- ¡ Amor ! Buuuf, no veas lo cansada que estoy. Pero para ti siempre tengo tiempo.
- Hombre, si necesitas descansar, te dejo cielo. Que no quiero que tengas mala cara cuando nos veamos.
- No no y no. Yo quiero verte Rodrigo. 4 días sin ti... te echo de menos.
- Bueno, yo voy acabo la ruta de las 5 y quedamos ¿ vale ?


Y es que Rodrigo, trabajaba como guía turístico de Madrid. Una profesión que a mi me parecía muy entretenida. A sus 20 años conocía todas las historias para impresionar a los turistas por las calles de la capital.

- De acuerdo, esperaré impaciente. Te quiero.
- Yo te quiero más, princesa.

Cuelgan a la vez. ¿ Cuánto quedaría para las seis ?... Aún mucho, eran las tres.

Sí, Rodrigo era estupendo, lo que más me gustaba de él era su carácter. Siempre amable, simpático, graciosillo. Pocas veces perdía la calma. En cuanto a físico destacaba su considerable altura de 1,85, su precioso pelo rubio, aunque con los años se le había oscurecido, sus hipnotizantes ojos castaños, y sus abdominales perfectos.
Aún recuerdo cuando nos cruzamos por primera vez.

Le conocí en el Santa Clara, cuando él tenía 18 y yo era una pipiola de 16. Los libros se me cayeron, y él hecho todo un caballero, me los recogió. Sí, como en las películas.
A partir de ese momento me enamoré de él. Amor a primera vista.
Vivimos muchas experiencias juntos, divirtiéndonos, pero nunca nos confesamos el amor que sentíamos el uno por el otro.

Hasta que llegó el día, él se iba del instituto para trabajar, y yo me quedaba a cursar el penúltimo curso del instituto, 1º de Bachillerato. Fue entonces cuando me dijo que yo le gustaba mucho. 1 de Septiembre de 2011. Nuestra fecha clave.
Y así, sin darnos cuenta, ya llevábamos casi 2 años juntos. 

Quería seguir pensando en él, pero los párpados se me caían, tenía una siesta pendiente, a si que enamorada hasta la trancas, caí en un profundo sueño.

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¿ Sería esto verdad ? ¿ Realmente aquella oportunidad era para mí ? Era increíble. Hacer de fotógrafo para el periódico New York Times durante 2 meses.Cuando Antonio me lo dijo casi me desmayo.

- Necesitan a alguien joven, de entre 20 y 30 años. Y me han pedido que recomendase a alguien. A si que he pensado en ti Raúl, serías perfecto.
- ¿ Y por qué a mí ?
- ¿ Cómo ? ¿ No quieres ir ?
- ¡ Estoy deseándolo ! Pero, me gustaría saber, porque me has dicho a mí. Que me ves de especial.
- Jajaja, o sea que te referías a eso. Pues bien, yo creo que eres muy trabajador, responsable y además haces unas fotografías impresionantes. Te mereces esta oportunidad.
- Estoy tremendamente agradecido contigo Antonio, te lo debo todo. Tú fuiste el que me enseñó los primeros pasos en la fotografía hasta la actualidad y aunque ya no me des clases tus consejos son muy valiosos para mí.
- Raúl eres un alumno excelente. Pero recuerda, son sólo 2 meses los que te necesitan. Saldrás el Viernes que viene, ya tengo los billetes de avión preparados.
- ¿ Y si no llego a aceptar ? ¿ Qué hacías con los billetes ?
- Los saqué antes porque daba por sentado que no dejarías escapar una oportunidad como esta.
- Como me conoces.


Y después de explicarme como sería mi viaje detalladamente, recogimos las tazas de café y las galletas. Cogí la chaqueta y el móvil, y me acompañó hasta la puerta.

- Muchísima suerte Raúl, ya me llamarás cuando estés allí, para ver que te dicen.
- Gracias Antonio, de verdad, te debo una bien grande.

Y nos dimos un fuerte apretón de manos como despedida.

Opté por bajar las escaleras, así haría un poco de ejercicio. Realmente estaba muy emocionado, fotógrafo de periódico, además no de uno cualquiera, ¡Del New York Times! era todo un acontecimiento.

Aunque, debería repasar mi inglés, ya que lo tengo un poco olvidado.
Pero eso era lo de menos.
Nueva York, Nueva York, Nueva York.

¡Qué ganas! me pregunto que me mandarán de trabajo. Tal vez fotografiar algún apretón de manos de políticos, con sus sonrisas falsas, tal vez hacer un reportaje de una pasarela de moda...muchas posibilidades.

Salí del edificio y esperé en la acera, para parar a algún taxi que viese. Tenía ganas de saltar, gritar, reír... pero no quería montar el espectáculo en la calle, a si que me conformé con aquella sonrisa de lado a lado que se había dibujado en mi cara. 

Fue entonces cuando recordé lo que me había encontrado en el bolsillo aquella mañana.
Quien mejor que María para contarle mi gran noticia.
A si que saqué el móvil y marqué su número.

Primer bip.
Segundo bip.
Tercer bip.
Y al fin responde.