Puerta del Sol, 18:00 de la tarde.
Me estaba sabiendo a gloria. Menos mal que tenía la servilleta que nos habían dado, porque se estaba derritiendo por todos lados. Que buena combinación el chocolate con la Stracciatella. Y más aún con el calor que hacía.
Habíamos comprado 2 helados en Palazzo la heladería tan famosa de la Puerta del Sol, que además era nuestra favorita. Y los estábamos disfrutando como dos niños pequeños.
Rodrigo y yo compartíamos nuestra pasión por los helados. Nos gustaban de todo tipo y siempre que podíamos probábamos los sabores más raros.
Era una de las pocas cosas en las que coincidíamos, porque solíamos tener gustos diferentes.
- ¿ Qué tal hoy en el trabajo ?
- Bueno, me han tocado unos cuántos guiris por la mañana. Y luego por la tarde estaba casi vacío, por eso me he escapado un rato antes. ¿ Y los exámenes como van ?
- Pues me toca a 2 por día, y estamos todos muy estresados, los profes creen que somos máquinas de estudiar ¿ sabes ?
- Sin agobios, que yo también he pasado por eso y he sobrevivido. Pequeña.
- Bueno, bueno. Que sólo nos llevamos 2 años, y tú me llamas pequeña.
- Suficientes para que se note.
- Que bobo eres, pues que sepas que somos igual de maduros.
- Sí, sí, lo que tú digas.
Y la da un cariñoso beso con sabor a chocolate. Esos momentos eran los que me encantaban. Él y yo. Nuestras tonterías juntos, nuestros piques. No sería nada sin ellos.
- Oye, y qué es de tus amigas. Eran Blanca, Rocío, Vanessa y Lorena ¿ verdad ?
- Como te acuerdas de bien ¿ no ?, pues hace tiempo que no nos divertimos de verdad. Vamos a las casas de cada una para estudiar, pero salir, lo que se dice ir de fiesta no. Estamos todas igual.
- Ya verás que esto es sólo una temporada, luego cuando acabéis estaréis libres y tendréis tiempo para todo.
- Eso espero, porque estoy realmente aburrida con tanto examen.
- Cambiando de tema, ¿ quieres que vayamos al Corte Inglés para ver que hay ?
- Venga, vámonos. Ayúdame a levantarme.
Me cogió de las dos manos, y de un pequeño tirón ya estaba de pie.
Me cogió de las dos manos, y de un pequeño tirón ya estaba de pie.
Subimos por la calle Preciados, avanzando con dificultad, porque aquel Viernes aquello estaba colapsado.
Entramos al centro comercial y fuimos directos a la sección de cámaras e instrumentos musicales, porque al igual que Vanessa, Rodrigo sentía una gran pasión por la música, pero él tocaba la guitarra.
En cambio yo tenía una gran atracción hacia la fotografía, curiosamente, no sabía el por qué, pero desde siempre me había gustado. Aunque no la practicaba ni mucho menos. Primero porque no tenía tanto dinero para una buena réflex, y segundo porque en estos momentos ni tenía tiempo para nada, a si que la cámara debía esperar.
- ¡ Lucía, ven corriendo !
- ¿ Qué pasa cariño ?
- Corre, corre, tenemos que bajar. Tu escritor preferido de libros. ¡ Hoy firma aquí !
- ¿ Cómo ? ¿ Qué dices ? ¿ Enserio ?
- Déjate de preguntas cielo. Vamos por las escaleras.
Increíble, justo hoy le tocaba firmar, que suerte la mía. Pero, no había traído el libro ni nada. Independientemente yo quería conocerle, a si que bajamos corriendo con la ilusión de poder ver de cerca a mi querido Francisco de Paula.
--------------
Mientras, en un taxi de la ciudad.
- ¿ Ves ? Te dije que tenías mucho potencial.
- Ya, pero ni yo mismo me lo imaginaba.
- Bueno, parece que la suerte está de tu parte, aunque claro si no fuese por el talento no harías nada.
- María, me sacas los colores. Por cierto, ¿ qué tal te fue con lo de las modelos ?
- Jo Raúl, gracias a tus fotografías me cogieron. Dijeron que salía muy favorecida, y podría llegar muy alto, a si que me dieron la bienvenida al mundo de la moda.
- ¡ Me alegro tantísimo ! Aunque claro, el cuerpo lo tienes tú, la fotografía es lo de menos.
- Vaya con Raúl, ahora hasta me dice piropos y todo.
- ¿ Ya tenemos confianza no ? Jajaja.
- Por supuesto. Oye, ¿ cuándo te vas a Nueva York ?
- Dentro de una semana o así, ¿ por qué lo dices ?
- Podríamos... vernos... antes de que te fueses...
- Sería perfecto, yo tengo muchas ganas de quedar contigo.
- Bien, te llamo yo para decirte el día, para ver si te viene bien.
- Vale María, venga te tengo que dejar. Un beso enorme.
- Adiós Raúl, otro grandote para ti.
Pulsé el botón rojo y me quedé embobado mirando la pantalla. ¿ Le gustaría yo también a María ?, yo no soy muy bueno para esto de las indirectas ni para notar si le gusto a alguien. Tenía una oportunidad con ella, pero... espera... ¡ Nunca la había preguntado si tenía novio ! Mierda, gran error por mi parte.
Surgió entonces en mi mente la posibilidad de que ella estuviese en una relación, no sería de extrañar, tenía una gran personalidad y era guapísima.
Me había desilusionado un poco, ¿ y si estaba enamorada de otro ?, tenía que habérselo preguntado antes, antes de enamorarme de ella. Ahora ya era tarde.
No todo estaba perdido, tenía que confiar en mí mismo y conquistarla. Sí, eso era lo que iba a hacer.
El que la sigue la consigue.
Aunque parezca mentira yo también tengo mi lado seductor, pero pocas veces salía a relucir. Y esa era una de las veces en las que lo necesitaba.
Entramos al centro comercial y fuimos directos a la sección de cámaras e instrumentos musicales, porque al igual que Vanessa, Rodrigo sentía una gran pasión por la música, pero él tocaba la guitarra.
En cambio yo tenía una gran atracción hacia la fotografía, curiosamente, no sabía el por qué, pero desde siempre me había gustado. Aunque no la practicaba ni mucho menos. Primero porque no tenía tanto dinero para una buena réflex, y segundo porque en estos momentos ni tenía tiempo para nada, a si que la cámara debía esperar.
- ¡ Lucía, ven corriendo !
- ¿ Qué pasa cariño ?
- Corre, corre, tenemos que bajar. Tu escritor preferido de libros. ¡ Hoy firma aquí !
- ¿ Cómo ? ¿ Qué dices ? ¿ Enserio ?
- Déjate de preguntas cielo. Vamos por las escaleras.
Increíble, justo hoy le tocaba firmar, que suerte la mía. Pero, no había traído el libro ni nada. Independientemente yo quería conocerle, a si que bajamos corriendo con la ilusión de poder ver de cerca a mi querido Francisco de Paula.
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Mientras, en un taxi de la ciudad.
- ¿ Ves ? Te dije que tenías mucho potencial.
- Ya, pero ni yo mismo me lo imaginaba.
- Bueno, parece que la suerte está de tu parte, aunque claro si no fuese por el talento no harías nada.
- María, me sacas los colores. Por cierto, ¿ qué tal te fue con lo de las modelos ?
- Jo Raúl, gracias a tus fotografías me cogieron. Dijeron que salía muy favorecida, y podría llegar muy alto, a si que me dieron la bienvenida al mundo de la moda.
- ¡ Me alegro tantísimo ! Aunque claro, el cuerpo lo tienes tú, la fotografía es lo de menos.
- Vaya con Raúl, ahora hasta me dice piropos y todo.
- ¿ Ya tenemos confianza no ? Jajaja.
- Por supuesto. Oye, ¿ cuándo te vas a Nueva York ?
- Dentro de una semana o así, ¿ por qué lo dices ?
- Podríamos... vernos... antes de que te fueses...
- Sería perfecto, yo tengo muchas ganas de quedar contigo.
- Bien, te llamo yo para decirte el día, para ver si te viene bien.
- Vale María, venga te tengo que dejar. Un beso enorme.
- Adiós Raúl, otro grandote para ti.
Pulsé el botón rojo y me quedé embobado mirando la pantalla. ¿ Le gustaría yo también a María ?, yo no soy muy bueno para esto de las indirectas ni para notar si le gusto a alguien. Tenía una oportunidad con ella, pero... espera... ¡ Nunca la había preguntado si tenía novio ! Mierda, gran error por mi parte.
Surgió entonces en mi mente la posibilidad de que ella estuviese en una relación, no sería de extrañar, tenía una gran personalidad y era guapísima.
Me había desilusionado un poco, ¿ y si estaba enamorada de otro ?, tenía que habérselo preguntado antes, antes de enamorarme de ella. Ahora ya era tarde.
No todo estaba perdido, tenía que confiar en mí mismo y conquistarla. Sí, eso era lo que iba a hacer.
El que la sigue la consigue.
Aunque parezca mentira yo también tengo mi lado seductor, pero pocas veces salía a relucir. Y esa era una de las veces en las que lo necesitaba.
- Ya hemos llegado. Son 12 euros, porfavor.
Que corto se me había hecho el trayecto, pero al fin había llegado a donde quería. La casa de mis padres, tenía que contarles que me iba muy bien siendo fotógrafo y además quería saber su opinión acerca de lo del New York Times. Hacía unos meses que no nos veíamos, y yo les echaba de menos.
Me ayudaron mucho cuando elegí independizarme a los 20 años, fue difícil, porque yo quería seguir viviendo en el centro y el alquiler de piso estaba muy caro. Aun así buscamos y buscamos, hasta que lo encontramos de unos 90 metros cuadrados, en Gran Vía, con un precio de alquiler bastante bueno, perfecto para mí.
- Aquí tiene. Hasta luego, buenos días.
Me bajé del taxi y fui subiendo la calle, me paré en el portal de mis padres y llamé al timbre. Seguro que como siempre tomaríamos el té preferido de mi madre, acompañado de aquellas galletas de mantequilla caseras, las que a mí me volvían loco de pequeño.
- Ábreme mamá, soy yo Raúl.
- ¡ Hijo ! Te estábamos esperando, sube.
Sonó el zumbido característico de cuando abren la puerta. Empujé hacia adentro y entré. Me esperaba una tarde de preguntas y aburridas conversaciones. Bueno, tendría que soportarlo, al fin y al cabo eran mis padres, vivíamos en el mismo Madrid y nos veíamos de mes en mes. Además, nada sería distinto, todo estaría igual que siempre.
O al menos eso era lo que yo pensaba.